Es la pregunta que flota en el
ambiente cada fin de temporada. ¿Por qué somos de Osasuna? Y la respuesta se
representa con el mismo final agónico, casi indescriptible, con el corazón
palpitando aún y la adrenalina a tope. Y es que en la vida, como en el fútbol, hay deja vu.
Porque empieza el partido, el de ayer,
aunque podría ser el de cualquier otra campaña a finales de mayo, y la gente se
mira y se entiende. Hay que animar una y otra y otra vez hasta que los brazos
se cansen y necesites parar para coger aire. Ayer empezó así el partido.
“Parece que vamos a la guerra” – le dije a una asidua rojilla. “Es que vamos a
la guerra”-me contestó.
Y la cosa empezó bien, con un gol tempranero del Betis.
En esos partidos, como ayer, los rojillos nos arremolinamos en torno al del
transistor, que por un instante sabe que tiene la exclusiva. Y corre como la
pólvora, ¿eso nos favorece?, preguntamos unos a otros casi gritando. Y entonces
una corriente de energía colectiva envuelve la grada. ¡Sí! Y seguimos a lo
nuestro, juntos. Aunque los nervios se llevan por dentro. El del transistor
sigue y los buenos resultados también, excepto el Celta.
En el descanso, hay
tregua para la mente y el cuerpo. “¿Cómo lo ves?”, es hablar por hablar, pero
es necesario para matar los nervios. Y la historia de Osasuna se repite. Gol
del Sevilla. Nos miramos todos. Unos se agarran la cabeza y miran al cielo,
otros gritan y se acuerdan de todos. Y así poliki poliki, creyendo en San
Fermín, San Andrés o lo que sea, los rojillos vuelven a levantar la voz. A
creer que se puede. No se sabe cómo, en esa histeria colectiva, llega el gol.
Eso es indescriptible y más viniendo de alguien a quien no han conseguido
parar: Patxi Puñal. Crees en todo, te abrazas a todos y aplaudes con furia.
El jugador rojillo con más partidos disputados del C.A. Osasuna, Patxi Puñal |
A un gol de Primera, pero los minutos corren. Apenas a diez minutos del final, explotas con
el segundo. Solo queda animar, como al principio. Como siempre.
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